¿Qué es lo que pelea el obrero en la lucha política?
En la lucha política hay también dos fases bien diferenciadas que es necesario que ustedes entiendan. En una primera fase de la lucha política, el obrero ya no pide aumento de salario, ya no pide prestaciones puramente económicas, sino que se remonta un poco y empieza a exigirle al gobierno leyes que abarquen no sólo a su fábrica, sino a todas las fábricas del país, y en las cuales se asienten derechos, no sólo económicos, sino también políticos. Por ejemplo, el derecho de huelga, los trámites para el registro de sindicato, las garantías que deben tener los dirigentes sindicales, el respeto que gobierno y patrones deben tenerles a los líderes, etc. Estos son derechos políticos del obrero que no se pueden resolver para una sola fábrica, sino que se tienen que resolver con una ley nacional que abarque a todas las fábricas.
Entonces, la lucha política del obrero tiene un primer nivel: el nivel de la lucha por la promulgación de leyes de amplia cobertura nacional que protejan los derechos sindicales del obrero como clase.
Pero tiene también una siguiente fase, que es la más alta de todas: la lucha por el poder político. Los obreros como clase, y como clase fundamental, es decir, como la clase que genera toda la riqueza, tienen no sólo el derecho, sino incluso la obligación, de procurar que los gobiernos de los países sean gobiernos que estén dedicados a proteger y resolver los problemas de las clases laborantes del país.
Los gobiernos que hay en los países capitalistas, como el gobierno de México, son gobiernos que no están destinados a proteger al obrero sino, precisamente, destinados a proteger al rico.
Para que un gobernante se incline a favor de los trabajadores, tiene que ser un gobernante salido del pueblo, elegido por el pueblo. Pero esto implica que antes que el poder, lo que se llama el poder, haya pasado de manos de los ricos a manos de los trabajadores. Entonces, a los obreros les importa, debe importarles, que el gobierno de este país no sea un gobierno elegido por los ricos y para los ricos, sino que sea un gobierno elegido por los trabajadores y para los trabajadores. Esa es la siguiente y última fase de la lucha obrera: los obreros tienen que aprender a luchar por el poder.
En la medida en que los obreros no entienden esto y piensan que esas son cosas sólo para los poderosos y los sabios, en esa misma medida los obreros se dejan apabullar, se dejan someter, se dejan explotar y, precisamente por eso, es que grupos como Antorcha Obrera se plantean la necesidad de ir a los obreros y decirles: ¡no te dejes!, si en realidad tu eres quien está manteniendo a este país, por qué no has de poner tu al presidente de la república, por qué no ha de ser la inmensa mayoría de los trabajadores quien imponga su voluntad en este país, si finalmente son los que trabajan y los que sudan para mantenernos a todos. Esto es perfectamente posible y, además, es justo que así sea. Si no ocurre así es porque los obreros no lo entendemos, no estamos politizados y no lo buscamos con suficiente ahínco, con suficiente dedicación.
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