Pero volvamos al tema. Estaba yo diciendo que el obrero tiene que entender que la lucha obrera tiene dos niveles muy claros: la lucha económica y la lucha política, y que la lucha política, a su vez, tiene dos niveles: la lucha por la promulgación de leyes a favor del obrero y la lucha por la toma del poder político.
Ahora bien, cada uno de estos niveles de la lucha requiere educación y organización, sin embargo no la misma organización. En efecto, para la primera lucha, para la lucha económica, para la defensa del salario, de las prestaciones, de las medidas de seguridad, se requiere un tipo de organización. El tipo de organización obrera que se requiere para la lucha económica se llama sindicato.
En cambio, para la lucha política, tanto para la promulgación de leyes, como para la toma del poder, ya no basta el sindicato, ya no sirve el sindicato, se requiere de otro tipo de organización. Ese nuevo tipo de organización, superior, mucho mejor y más poderoso que el sindicato, se llama Partido Obrero, Partido de la Clase Obrera.
De modo que cuando nosotros hablamos de que los obreros están desorganizados, no nos referimos solamente al sindicato, sino que nos referimos, sobre todo, a la falta de una organización partidaria de los obreros.
¿Por qué el sindicato ya no sirve para la lucha política, compañeros? Pues solamente porque, como yo decía, si una ley es para todo el país está claro que el sindicato de una fábrica no tiene la fuerza suficiente para lograr esa ley, se necesita de una organización que también sea nacional; si la lucha, si la demanda es nacional, el organismo, el arma con la que debemos buscar esa demanda es también un organismo nacional, no puede ser de una fabriquita. Un sindicato de fábrica, por muy grande que sea, no basta, no alcanza, no es lo suficientemente fuerte para conmover a todo el país; se necesita una organización que aglutine también a todos los obreros a nivel nacional y esta organización es el partido político de los obreros.
Pero vayamos por partes. Veamos el sindicato. Podemos aceptar que en México hay sindicatos, es decir, que los obreros están ya organizados para dar la lucha económica. Sin embargo, es necesario precisar dos cosas. Primero: es cierto que en México hay sindicatos pero, como alguna vez lo hemos platicado con algunos de ustedes, el sindicalismo mexicano es un sindicalismo que no nació del obrero, no lo pidieron los obreros como sucedió en Inglaterra o como sucedió en Francia, sino que el sindicalismo lo promovió el gobierno. El gobierno de Venustiano Carranza primero, y después, con más fuerza, el gobierno de Lázaro Cárdenas, fueron los que urgieron, obligaron prácticamente, a través de líderes muy bien comprados, muy bien controlados por el gobierno, a que los obreros formaran sus sindicatos y luego sus centrales sindicales. Por eso es que el movimiento sindical mexicano no es un movimiento sindical independiente sino que está fuertemente ligado al gobierno.
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